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El cultivo en maceta de plantas como la trompeta del juicio, la
margarita de verano o la yuca constituye una de las actividades más atractivas de la jardinería. Sin embargo, los cuidados que requieren este tipo de plantas no siempre son sencillos. Espero informar de manera concisa y clara acerca de las medidas que deben aplicarse para disfrutar de los cultivos en maceta, atendiendo a los nuevos conocimientos y experiencias dentro de este campo.

miércoles, 14 de enero de 2009

Los frutales y las plantas de baya

El cultivo de todo tipo de frutales en macetones no es un invento de nuestros días. Ya en el siglo XIX los interesados en la materia se pusieron a trabajar sobre el «jardín frutal móvil», consiguiendo con éxito manzanas, peras, albarieoques y melocotones. Una tarea que requería buenos conocimientos de jardinería, ya que en aquel tiempo aún no se conocían arbustos como los evónimos y las plantas sólo se podían mantener bajas y con forma tomando las medidas de poda oportunas.

Evidentemente, nunca se puede esperar de las frutas cultivadas en macera una cosecha tan rica hasta el punto que merezca la pena su almacenamiento, por ejemplo. Pero dedicarse a ello es una afición interesante que auna en sí la jardinería ornamental y la útil, ya que las manzanas, las peras o las cerezas amargas son unas agradecidas flores de primavera cuyo colorido embellece eJ balcón, la terraza o la entrada de la casa.

La persona sin experiencia debería empezar con un manzano joven para asegurarse, dentro de lo posible, las mayores probabilidades de éxito. Luego, el surtido puede hacerse extensivo a peras, cerezas amargas, ciruelas y melocotones, así como, con un poco más de experiencia, también a las cerezas dulces, cuya obtención se considera el paso previo al final del aprendizaje. (Las variedades de pequeño tamaño son las más difíciles de cultivar en maceta.) El albaricoquero no merece la pena debido a su escasa producción. Por el contrario, las grosellas apenas presentan dificultades si se crían como cepa.

Las fresas pueden cultivarse bien en una jardinera de obra y en maceteros colgantes o de madera en cuyas paredes se hayan practicado antes unos agujeros redondos para el drenaje.
En cuanto al abonado y al riego, exigen los mismos cuidados que las demás plantas de maceta, y la poda debe hacerse de acuerdo con los procedimientos propios de la poda de frutales. En general, se trata de procurar tener siempre suficientes vastagos con frutos, lo cual se consigue con árboles añosos. Se ha comprobado el buen resultado del despunte o del pinzado de los vastagos aún verdes a principios del verano, cuando miden unos 20 cm de largo. Si se cortan aproximadamente hasta la mitad, se favorece la formación y alimentación de los brotes que salen por debajo del punto de corte.

Antes de que lleguen las heladas, en los lugares muy fríos hay que tomar las precauciones necesarias para el invierno, ya que, en comparación con los frutales plantados en tierra, los de maceta toleran peor las bajas temperaturas. Allí donde los inviernos suelen ser suaves basta con colocar los recipientes con los arbolitos ahora sin hojas, uno al lado de otro, en un lugar resguardado, por ejemplo, junto al muro de una casa o un cobertizo, protegiendo los tiestos igualmente con ramas secas de pino. También se puede construir en algún lugar un sencillo entramado y cubrirlo con una lámina protectora o con una arpillera. Para paliar los efectos de largos periodos con bajas temperaturas, los recipientes se hunden en un rincón protegido del jardín hasta que los intensos fríos hagan necesario cubrirlos con una gruesa capa de tierra por encima. Si Se dispone de una sala fría y seca, las plantas también pueden pasar en ella el invierno, evidentemente.

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