Sólo dos especies se encuentran con facilidad en el mercado: la A, kpbanUí y la A. julibrissin. En un alojamiento invernal luminoso y bastante fresco, la primera es perenne, mientras que la segunda pierde sus hojas. Se reconoce su parentesco con las mimosas por sus hojas plúmeas y también por sus exigencias para su cultivo: un sitio soleado hasta semiumbrío, abundante abono y riego regular, evitando que el sustrato esté permanentemente mojado.
Las flores blancoamarillentas de la A. lophanta, que salen juntas en forma de espiga, de lejos parecen pequeños «pinceles» debido a sus estambres salientes, mientras que las flores ligeramente aromáticas de la A, julibrissin son muy delicadas y de color rosa, de aspecto sedoso, de ahí el nombre popular. Ambas variedades toleran la poda, aunque sin duda cada acometida es un revés para su aspecto exremo. La floración primaveral de la A. kphartta la hace aconsejable sólo para jardines con un invierno muy suave, sin heladas; la otra especie cuya flor sale a mediados del verano, sólo se marchita con heladas intensas; cuando es adulta, la planta tolera hasta los 6 °C bajo cero en el exterior.
Emplazamiento: soleado hasta semiumbrío.
Riego: en verano, mantener uniformemente húmedo.
Abono: hasta principios de agosto, cada semana.
Alojamiento invernal: fresco, entre los 2 y 8 °C; luminoso u oscuro en el caso de A. julibrissin, de hoja caduca.
Multiplicación: por semillas (difíciles de adquirir).
domingo, 25 de enero de 2009
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