Esta única especie de la familia de las cannaceas se encuentra hoy en muchos jardines, igual que las dalias; con frecuencia se plantan en recintos públicos y parques, formando grandes parterres y macizos floridos. Los tallos de la flor, bajos, de media ai-tura, o altos, oscilan entre 30 y 200 cm y el follaje es verde hasta azulado o de color bronce. Las flores de la Canna son blancas, amarillas, o naranjas; incluso rojo muy oscuro; también pueden ser jaspeadas. Para el cultivo en maceta son apropiadas sobre todo las variedades enanas como 'Principe carnaval', con flores amarillas y moteadas en rojo, o 'Lucifer' con flores de un rojo luminoso y tépalos amarillos alrededor de la corola. Las variedades 'Puck' (amarilla) y 'Alberich' (rojo salmón) también se incluyen en esta categoría.
Todas las Canna gustan de un lugar completamente soleado y durante el verano requieren abundante agua y abono. Las flores marchitas hay que retirarlas enseguida para que no se interrumpa la floración. Los rizomas bulbosos no son excesivamente sensibles al frío, aunque no resisten las heladas, por eso, las raíces pueden enterrarse en turba seca o arena hasta que las primeras heladas empiecen a hacer mella en el follaje. Los vastagos desnudos se cortan aproximadamente un palmo por encima del rizoma, que después de la pausa invernal se trasplanta en tierra fresca. La Canna puede dejarse en el exterior alL' donde los inviernos no sean demasiado fríos, protegiéndola con ramas de pino o cubriendo el follaje, aunque no hay que descartar el peligro de que se pudra el rizoma por la lluvia o la escarcha.
Emplazamiento: completamente soleado.
Riego: todo el verano, abundante.
Abono: cada semana con un abono completo.
Alojamiento invernal: el rizoma al abrigo de las heladas hundido en arena o turba seca.
Multiplicación: por división del rizoma a principios de año.
martes, 3 de febrero de 2009
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